Las canillas están secas y las quejas brotan como manantiales en distintos puntos de la ciudad y del Gran San Miguel de Tucumán. En Tafí Viejo, en Yerba Buena y en barrios como Echeverría, Jardín, El Bosque y en la zona sur de la capital hay personas que no pueden ducharse, utilizar el baño, cocinar, lavar la ropa... Los que más suerte tienen, logran hacerlo durante la madrugada o bien temprano en la mañana, cuando reciben algo de suministro.
La Sociedad Aguas del Tucumán (SAT) sostiene que esta situación es producto de la sequía. Pero las lluvias lo suficientemente intensas y periódicas como para revertir el panorama parecen estar lejos. Eso es, como mínimo, preocupante, afirman los expertos.
"En los últimos tres años se ha venido produciendo un fenómeno de disminución de las precipitaciones. Estamos con un déficit del orden de los 350 a los 400 milímetros anuales. Y por ahora la situación no va a cambiar rotundamente", explicó Osvaldo Molina, a cargo del Servicio Meteorológico Nacional en Tucumán. El experto dijo que es posible que se produzcan algunas lluvias durante la segunda quincena de septiembre, pero que no superarán los 10 milímetros. "Recién en noviembre se espera un incremento del régimen de precipitaciones", destacó Molina.
Tras la protesta que realizaron los vecinos de Tafí Viejo el miércoles en la puerta de las oficinas de la SAT en esa ciudad, la empresa argumentó que la severa sequía produjo una disminución muy grande en el caudal de los ríos de los cuales se capta el líquido para abastecer a la ciudad. Augusto Guraiib, gerente de mantenimiento de red, explicó que se está excavando un nuevo pozo para proveer a los vecinos con agua de napas subterráneas.
"El problema es que por la sequía no se recargan los acuíferos. Una solución es buscar agua a mayor profundidad. Pero cavar pozos más profundos requiere tiempo y dinero. De todos modos, es pan para hoy y hambre para mañana. Mientras no se produzcan lluvias que permitan recargar los acuíferos, el problema se va a agravar", pronosticó, Juan González, doctor en Ciencias Biológicas y director del Instituto de Ecología del Instituto Lillo.
La cuestión es que para que se recarguen las napas no sólo es necesario que llueva, sino que haya un excedente de agua. Básicamente, que las precipitaciones sean abundantes, aclaró César Lamelas, jefe de Agrometeorología de la Estación Experimental Obispo Colombres.
"En términos climáticos, estamos en el período del año en el que hay menos lluvias. En condiciones normales, en septiembre se debe espera un aporte del orden de los 15 milímetros. Eso no es suficiente para que se produzca una recarga; es menos de lo que demanda la vegetación. En octubre debería ser de unos 60 milímetros, que no son suficientes para generar un remanente de agua. Los valores deberían empezar a crecer en noviembre. Y si las cosas mejoran, en diciembre tendríamos que estar cerca de los 200 milímetros. El problema es que estamos atravesando un proceso en el que las condiciones de lluvia están por debajo de lo normal. Y si esto no cambia, el panorama se va a complicar", advirtió.
Malos hábitos
Además de la falta de lluvias, González señaló otro problema: el mal uso del agua. "El tucumano es un despilfarrador por excelencia", afirmó. "Por día, cada tucumano gasta un promedio de entre 350 y 400 litros de agua. Eso es el doble de lo que consume a diario un ciudadano en Estados Unidos o en Japón", destacó.
El biólogo hizo hincapié en la necesidad de modificar los hábitos. "Usamos agua potable para lavar las veredas, los autos, para regar el jardín, para llenar las piletas... Hay que educar a la población para utilizar el recurso de manera más responsable y eficiente. Estamos acostumbrados a los tiempos de bonanza en los que sobra el agua. Pero actualmente los ríos han disminuido entre un tercio y un cuarto su caudal", advirtió.